martes, 2 de agosto de 2011

Tokio blues (Norwegian wood)

¡Hay tantas cosas que quiero contarte, tantas cosas que quiero expresarte! Pero no sé como plasmarlas por escrito. Cuando intento decir algo, sólo se me ocurren palabras que no vienen a cuento o que expresan todo lo contrario de lo que quiero decir. Y, si intento corregirlas, me lío aún más, y más equivocadas son las palabras, y a final acabo por no saber qué quería decir al principio. Soy de ese tipo de personas que no acaba de comprender las cosas hasta que las pone por escrito. Lamento no poder explicarme mejor, pero creo que tú sabrás comprender lo que trato de decir. Tal vez eres la única persona capaz de comprenderlo.


Pienso en el tiempo perdido. La memoria es algo extraño. Conservo un decorado sin personajes… recuerdos incompletos… imperfectos.
Aquel chico vivía llevando a cuestas su particular infierno. Tenía un humor variable. Por ejemplo, tan pronto hablaba por los codos como estaba deprimido. Pese a tener muchas virtudes, nunca confió en sí mismo. ¿Acaso hay algún ser humano que no dude y no se sienta herido? Pero no llegó a comprender que lo que nos hace personas normales es saber que no somos normales.

En las noches de insomnio me asaltan diferentes imágenes suyas. No puedo evitar que acudieran a mi memoria. En mi corazón se han acumulado demasiados recuerdos de él. En cuanto encuentran una grieta, por pequeña que sea, van saliendo, uno tras otro, imparables. Soy incapaz de detener esa fuga.

Tampoco entiendo por qué me escogió como amiga. Yo era una persona corriente a quien le gustaba estar a solas leyendo o escuchando música. Sólo aspirando la fragancia de un libro, tocando sus páginas, me sentía feliz. Tenía un único propósito; tratar de no tomarme las cosas a pecho, mantener la debida distancia con el mundo. Nada más.

A mi alrededor, hacía tiempo que todos habían emprendido la marcha, y yo y mi tiempo seguíamos arrastrándonos con torpeza. En algo tenía que pensar, pero no sabía cómo empezar. A decir verdad, no me apetecía pensar en nada. Decidí que ya llegaría el momento en que me sentiría impelido a hacerlo y que entonces lograría pensar con calma. Ahora no quería pensar en nada. 




- No soy buena en nada. Pero sí hay cosas que me gusta hacer.
- ¿Cuáles?
- Ir de excursión, nadar, leer.
- Veo que te gusta la soledad. Te gusta viajar sóla, comer sóla, sentarte en las clases sóla, apartada de la gente.
- A nadie le gusta la soledad. Pero no me interesa hacer amigos a cualquier precio. No estoy dispuesta a desilusionarme. No me gusta depender tanto de las personas. A veces me siento muy sola, pero afronto la vida con ánimo… yo me doy cuerda a mí misma. Quizá me estoy volviendo loca. No puedo seguir así eternamente. Tengo que hacer algo. Esperar es duro.
- Tengo la sensación de que todos tus problemas son psicológicos. Si no  quieres acabar en un manicomio, abre tu corazón y abandónate al curso natural de la vida. Las cosas fluyen hacia donde tienen que fluir…
- Me divierte mucho más escucharos a vosotros que hablar. Tal vez mi corazón esté recubierto por una coraza y sea imposible atravesarla. Por eso no puedo querer a nadie, ni puedo acostarme con quien quiera cuando quiera. Tampoco tengo el don de la palabra. No tengo novio, ni perspectivas de futuro,…
- ¿No has estado nunca enamorada?
- No. No es sólo culpa mía. Me refiero a que yo sea tan poco afectuosa. Y lo reconozco. Pero si ellos…, si mi padre y mi madre…, si ellos me hubiesen querido un poco más, yo, por mi parte, ahora sentiría de otra forma. Y estaría mucho, pero que mucho más triste.
- ¿Crees que no te quisieron demasiado?
- Yo diría que entre un <<no lo suficiente>> y un <<nada de nada>>.
- Cuando uno está rodeado de tinieblas, la única alternativa es permanecer inmóvil hasta que sus ojos se acostumbren a la oscuridad. Piensa que la vida es como una caja de galletas. En una caja de galletas hay muchas clases distintas de galletas. Algunas te gustan y otras no. Al principio te comes las que te gustan, y al final sólo quedan las que no te gustan. Pues yo, cuando lo estoy pasando mal, siempre pienso: << Tengo que acabar con esto cuanto antes y ya vendrán tiempos mejores. Porque la vida es como una caja de galletas>>.

Haruki Murakami