sábado, 4 de mayo de 2013

La mecánica del corazón


Y entonces ocurre: me enamoro. Pero… no sé nada del amor, de cómo proceder. Sólo sé que cuando beso, prefiero tener los ojos cerrados.

¿Qué tiene esta muchacha que me provoca estos sentimientos? ¿Cómo es posible que una pequeña muchacha pueda desajustarme el reloj con más intensidad que un asesino? ¿Con qué? ¿Con sus ojos, su mirada turbadora?

No quiero meterla en una jaula, sólo querría darle un poco más de confianza en sí misma. Y que tenga ganas de abrazarme. Demostrarle que yo no soy los hombres. Pero quién soy yo para eso. En lo profundo de mis soledades nocturnas, donde el miedo y la duda rivalizan con el deseo, yo también he arruinado mi propia confianza. La idea de que me rechace me aterroriza… o es miedo a ganar. ¿De qué tengo miedo? De ti, en fin, de mí sin ti.

Estoy agotado de tanto pensamiento negativo. 


Si tienes miedo de hacerte daño, aumentas las probabilidades de que eso mismo suceda. ¡Sé imprudente y, sobre todo, entrégate sin reservas! Pero ten en cuenta una cosa: cuanto más intensamente ames, más intenso será el dolor futuro. Conocerás la angustia de los celos, de la incomprensión, la sensación de rechazo y de injusticia. 


¿Me atreveré a hablarte? Intento decirte algo, pero las palabras permanecen mudas en mi garganta. A veces me gusta el modo que tenemos de no hablarnos. Porque tú también me hablas, ¿verdad? ¿O no? ¡Dios! Siempre se produce un momento patético pero agradable en el que pienso que mis sueños pueden hacerse realidad. En ese momento creo en lo imposible. ¿No habré mezclado demasiado mis sueños con la realidad?

Soy consciente de que tengo rincones en mi corazón que permanecerán cerrados para siempre. Es la parte más sensible de mi cuerpo. No soporto que nadie lo toque. Tengo demasiados recuerdos. Necesito sanarlo con charla y cariño.


Te pasas el tiempo curando a la gente, pero ahogas mis heridas en el alcohol de tus propias lágrimas. Pero no hay que beber nunca cuando uno está en estado normal, en ese caso ya no se logra estar contento sin beber y se forma un círculo vicioso y uno ya no para de llorar para poder beberse las lágrimas. Las penas amorosas pueden transformar a la gente en monstruos de tristeza.

Te hace falta o bien amor, o bien tiempo… pero mucho tiempo.


Mathias Malzieu


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